Sábado, 28 Agosto 2021 18:19

Los anarquistas y los dictadores que los aman

Escrito por  Paul Alvarado
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Desde su nacimiento, las criptomonedas, específicamente Bitcoin, representaron el deseo de algunos de “liberar beneficios económicos reprimidos”, “derrocar a la banca privada” o “hacer la guerra a los bancos centrales”; el mismo documento que describe el nacimiento del Bitcoin es, después de todos los tecnicismos, un documento político que atrajo una ola de anarquistas buscando “liberarse de la opresión del estado”.

En El Salvador; sin embargo, un gobierno que impulsa medidas como la militarización de la asamblea legislativa, la destitución de magistrados de la corte suprema de justicia, la persecución política de opositores, que busca sistemáticamente hacerse del control total del estado, está promoviendo la adopción del Bitcoin como medio de pago.

Es decir, un gobierno con tendencias dictatoriales, o totalitarias, sigue una política que le encanta a los anarquistas… ¿parece absurdo, no? No en realidad. Me explico: primero, no todos los anarquistas son iguales; están los anarquistas genuinos y los que pretenden serlo frente a los demás para vendernos algo. De este segundo grupo, creo yo, forman parte los evangelistas del bitcoin que inundan los foros en línea y las redes sociales que pretenden convertirnos y que aceptemos al bitcoin como nuestro salvador. Así, y al igual como sucede en algunas sectas religiosas, al primer grupo pertenecen los creyentes verdaderos, los que están dispuestos a ir hasta las últimas consecuencias en su cruzada e invierten todos sus ahorros en Bitcoin, y al segundo grupo pertenecen los evangelistas que hacen negocio con la fe de los primeros.

Segundo, lo que sucede en nuestro país es que se han alineado los intereses del gobierno (o de algunos en él) y los de los Evangelistas del Bitcoin.

Y no es difícil inferir cuales son los intereses de los evangelistas del Bitcoin – los que instalaron el laboratorio del Bitcoin en la playa El Zonte o los que negocian con el Gobierno la creación de una moneda digital, el Colón-Dólar. Hay que ser muy ingenuo para pensar que toda la inversión en infraestructura, logística, mercadeo, incluso incentivos monetarios, etc. se realice sin esperar beneficios económicos.

El primer beneficio que obtendrían los evangelistas del Bitcoin es, obviamente, que van a proveer de los Bitcoins iniciales para todos los usuarios del país, intercambiando así sus Bitcoins por dólares y reduciendo su propia exposición a la volatilidad del precio de la criptomoneda. Otro beneficio es la asignación de contratos de suministro de equipos, servicios y software para permitir las operaciones y transferencias en bitcoin. Seguro hay otros beneficios que no son inmediatamente obvios, pero seguro los vamos a descubrir más temprano que tarde.

Al gobierno, podemos especular, le interesa por razones que van desde lo banal, como aprovechar la condición de meme que tiene Bitcoin para mantener su popularidad; hasta las más oscuras, como permitir que ciertos funcionarios se enriquezcan aprovechando la transición al uso del Bitcoin; incluso podemos pensar, con cierta ingenuidad, que otra razón puede ser un genuino interés en el bienestar de la población que, teóricamente, podrá acceder a transferencias de dinero sin costo por comisiones – los famosos $400 millones al año que mencionan los funcionarios involucrados.

Pero sólo estoy especulando, no estoy ni remotamente cerca del actuar del presidente, sin embargo, para mí, los incentivos del gobierno son los más intrigantes… ¿qué pretende – en realidad – el presidente con la introducción del Bitcoin? Sus comentarios e ideas son bienvenidos.

 


 Paul Alvarado es economista y consultor en temas de Finanzas y Tecnología

 

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